Educar las emociones para promover la formación ética
Palabras clave:
ética, emociones, bioética, enseñanza, relaciones médico-paciente.Resumen
DOI: 10.5294/pebi.2013.17.1.2
Es común observar entre los médicos una razonable formación técnica queconvive con una postura humanística deficiente, quedecanta en insuficiencia ética y en falta de profesionalismo. Esta desproporción sugiere que es necesario ampliar el ámbito delhumanismo médico y encontrar un nuevo punto de equilibrio, moderno, propio de los días actuales. Enseñar Bioética supone establecerfronteras y normas, pero requiere sobre todo creatividad, ir más allá de lo que está estipulado para hacer por el enfermotodo lo que es posible. ¿Cómo aliar la creatividad a la necesaria prudencia y sabiduría que requiere la formación ética? Los cuestionamientoséticos vienen con frecuencia envueltos en emociones que no pueden ser ignoradas; hay que contemplarlas y utilizarlasporque son un elemento esencial del proceso formativo. Compartir emociones, ampararlas en discusiones abiertas, abre caminospara una verdadera construcción afectiva y fomenta la empatía que aproxima al paciente. Entre los recursos pedagógicos modernospara desarrollar la educación de la afectividad se destacan la narrativa —oír, contar y compartir historias de vida—, el cine y lamúsica —representantes de la actual cultura del espectáculo—, que los autores comentan de acuerdo con su experiencia docente.Las emociones, por sí solas, no son suficientes para educar. Es necesaria la habilidad del docente para conseguir que la emoción setransforme en vivencia, estimule la reflexión y se interiorice. Este proceso es el catalizador que, aprovechando el terreno fértil de laemoción, imprime una huella educativa: se genera la vivencia que es puerta abierta para incorporar actitudes estables y duraderas. DOI: 10.5294/pebi.2013.17.1.2