Liberar la verdad científica
Resumen
Al lenguaje de la ciencia positiva no le basta la gramática propia de las descripciones de los hechos, precisamente porque los hechos no son neutros, sino significativos, naturalmente con sentido. Un significado que está escrito en el lenguaje propio y universal de ese mundo, que es un lenguaje simbólico. Lo que aparece en primer plano, las apariencias, asequible al modo humano de conocer los hechos, es, a su vez, signo de la realidad profundamente misteriosa. La biología humana, al mostrar que cada ser humano no está sumergido en los procesos naturales de la fisiología, deja el conocimiento abierto al misterio. No existe una “propiedad biológica” que explique la apertura libre, intelectual y amorosa de los seres humanos hacia otros seres. Pero la biología describe espléndidamente los presupuestos biológicos del don de la libertad personal. En efecto, hay experiencias prototípicamente humanas y, por lo tanto, universales, que siendo hechos comprobables empíricamente dan la certeza de que el mundo, la vida y cada uno de los seres humanos tienen sentido. La luminosidad de la naturaleza, por la que se hace accesible a nuestro conocimiento, es una revelación natural de su Hacedor, que fue además contada con la revelación primitiva a todos y para todos los hombres, añadiéndose así a la racionalidad humana un apoyo en la confianza de quien relata lo que hizo. Y que sólo tomará una forma de expresión nítida en la revelación judeocristiana. Por ello, el conocimiento científico forma parte de una racionalidad humana más amplia. Y abriéndose a las otras formas de conocimiento, puede ir hacia esos puntos de confluencia del pensamiento humano de todas las épocas, que permiten mirar limpiamente la realidad.