El juramento hipocrático: una ética para hoy
Resumen
Después de un breve recuerdo histórico de cómo surgió la medicina llamada “técnica”, “científica” o hipocrática, en el año 500 a. C., y quién es su figura más representativa, Hipócrates de Cos, se analiza cada uno de los votos del juramento llamado hipocrático, y se destacan las enseñanzas éticas, que tienen vigencia aún hoy día en la conducta y en el quehacer del médico, tales como: la fidelidad a su misión de dignificar la vida del paciente, sin que ningún interés distinto del bien pleno de este se interponga en su labor; la ineludible individuación del paciente –enfermo o sano–, de su situación clínica, del tratamiento y, muy importante, del médico mismo para evaluar ante su conciencia si es idóneo académica y emocionalmente para hacerse responsable de la atención de quien solicita sus servicios profesionales; el respeto y cuidado de la vida humana desde su iniciación hasta su terminación por agotamiento natural de las reservas biológicas, y el rechazo, por razones antropológicas y profesionales, de todo lo que atente contra ella –el aborto, la eutanasia, la distanasia o prolongación artificiosa de la agonía, etc.–. Se llama la atención sobre el significado del sigilo y la obligación de guardarlo celosamente como uno de los fundamentos de la confianza entre el médico y el paciente, confianza indispensable para el buen éxito del quehacer profesional del primero. También se destaca la gratitud hacia los maestros y la necesidad de la “hermandad médica” o trato respetuoso a los colegas, evitando la maledicencia, que es casi siempre injusta y que destruye la confianza en la actividad médica. Esta consideración hacia otros médicos no puede confundirse con el encubrimiento de sus acciones reñidas con la ética y con los principios científicos que rigen su ejercicio profesional, sino que indica que solo deben darse a conocer a las autoridades competentes para que sean estudiadas, adecuadamente evaluadas y sancionadas si lo ameritan.