UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA DE GRANDES PROPORCIONES

Retomar la problemática de la epidemia del VIH/ SIDA exige mirar la situación y sus implicaciones desde diferentes ángulos, algunos obvios, cuando lo que se analiza son las consecuencias en la salud y la calidad de la vida humana, cada día más estudiada, y en donde se pueden perfilar diferentes avances, algunos prometedores para su diagnóstico, profilaxis y tratamiento. De difícil asimilación es el terreno de las implicaciones sociales, de responsabilidad colectiva y del abordaje de los conflictos políticos y económicos, dada la gran negligencia con que se trabaja el tema y los intereses soterrados implícitos que ello acarrea. Es claro que los esfuerzos en este sentido son débiles, con implicaciones serias para la persona misma, su entorno y las generaciones futuras potencialmente involucradas. Un planteamiento, desde una perspectiva bioética, puede mostrar un nuevo horizonte que permita dar soluciones verdaderas y profundas que realmente cambien el rumbo de lo que se considera un problema de salud pública y ético de las más grandes proporciones

El análisis de los múltiples aspectos inherentes a la problemática del VIH/ SIDA debe llevarnos a reflexionar sobre qué hicimos con anterioridad, cuáles son las políticas en salud para esta y muchas otras enfermedades prevalentes hoy en nuestra sociedad, que obedecen al comportamiento humano, y cuál es realmente el manejo preventivo. Frente a ello podríamos cuestionarnos duramente, pues no sabemos dónde están las estrategias educativas que permitan un cambio de actitud y de comportamiento. Dónde se quedó la teoría de Bloom, cuáles han sido los esfuerzos para educar a nuestras comunidades, no solo para masificarlas a través de una información que, si bien es necesaria, no es indudablemente la solución al problema.

La responsabilidad ética está en cabeza de quienes generan la política en salud pública, de las universidades, de los educadores, de los profesionales de la salud. Se hace necesario, con urgencia, cambiar la débil y negligente intervención en el manejo de la promoción y la prevención, con un trabajo serio, que indudablemente le permita a la sociedad y a sus individuos generar cambios en su actitud y comportamiento, que lleven a interiorizar y desarrollar hábitos de autocuidado, de de la autoestima y de cuidados del propio cuerpo, del respeto por el otro. Rescatemos y potenciemos el manejo de una sexualidad respetada y respetuosa, ordenada y valorada en su verdadera dimensión, una dimensión que cualifique la dignidad de la persona humana.

Pero si con anterioridad hay un pobre tratamiento, bien sea de una enfermedad instaurada o potencialmente con riesgo de desarrollarse, son muchas las inequidades y falencias que podrían presentarse, algunas desde un punto de vista de justicia sanitaria distributiva. Es necesaria una disponibilidad adecuada de recursos, para el abordaje de la profilaxis y del tratamiento en términos de terapia disponible, que a la fecha y dentro de una evidencia científica razonable haya demostrado la mejor efectividad.

Sin embargo, los costos de los antiretrovirales y de todas las terapias implicadas entran a competir con los intereses económicos desproporcionados de las multinacionales de la industria farmacéutica, lo cual hace insostenibles los costos de las terapias para una gran franja de la población afectada y para los sistemas de salud de los países. Estas terapias deben considerarse un bien colectivo y algunos países han hecho esfuerzos en este sentido para lograr un justo equilibrio en los costos. Sin embargo, se requiere de voluntad política, que indudablemente se logra cuando se valora la vida humana y el verdadero derecho a la atención en salud. Se trata de vivir y tener claros unos principios éticos, que definitivamente se desconocen y se vulneran cada vez más, sin el más mínimo asomo de perplejidad.

Es indispensable que los recursos disponibles se pongan al alcance de todos, de manera razonable y proporcionada, pues la población no solo se halla lesionada por su propia enfermedad, estigmatizada y abandonada en muchos casos por la sociedad, sino también vulnerada económicamente. Sus necesidades básicas están totalmente insatisfechas y la problemática del VIH/ SIDA es inabordable, lo cual ocasiona la más temible experiencia de mortalidad.

Otro aspecto que puede y debe ser retomado por los profesionales de la salud es el abordaje del tratamiento de los pacientes con SIDA. Es necesario ubicarse en el contexto de la enfermedad y de sus reales posibilidades terapéuticas, dado que el mismo afán de encontrar soluciones lleva a instrumentalizar a los pacientes y a ofrecer tratamientos desproporcionados, con las consecuencias éticas que ello implica. El cuidado paliativo ha tenido un importante desarrollo en el ámbito de la enfermedad terminal en pacientes con cáncer y se ha reconocido como efectivo para paliar los síntomas inherentes a la evolución de la enfermedad al tratar al paciente en todas sus dimensiones: física, psicológica, social y espiritual. Pero en el terreno del tratamiento de pacientes con SIDA, los profesionales de la salud con frecuencia se resisten, también en su momento, a reconocer el carácter terminal de una enfermedad. En este campo, es imperativo desarrollar el cuidado paliativo con la misma fuerza y sobre todo entender que la existencia humana tiene límites, que la ciencia no puede pretender trascender y que es un deber moral de los profesionales entender la finitud de la vida. Además, que un adecuado acompañamiento a nuestros pacientes y sus familias, dentro de las posibilidades de la ciencia, es lo que en realidad pone a prueba el verdadero sentido de nuestra profesión y la moralidad de nuestros actos, hasta el día que entendamos el verdadero valor de la vida humana.

Nos quedan muchos retos, aparecerán nuevas enfermedades y situaciones, en donde la bioética no puede seguir sólo reflexionando ante los hechos cumplidos. Por el contrario, debe trabajar con más empeño, en una reflexión que permita con previsibilidad alertar a la sociedad y así lograr un actuar justo, solidario y constructivo. Frente a la epidemia del VIH/ SIDA apenas comienza nuestro actuar.