BIOÉTICAS ACTUALES: CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS

 

Pbro. Javier Núñez García*

Médico cirujano, Doctor en Teología, especialista en Bioética. Cofundador del Centro de Estudios e Investigaciones en Bioética (CEIB) de México. Miembro de la Academia Nacional Mexicana de Bioética. Profesor de Principios morales de la conducta, Universidad Panamericana, México. E-mail: ceib@infosel.net.mx


RESUMEN

Se presenta una breve panorámica de las diversas corrientes en Bioética que están más en boga, y se discute cuál va a ser el criterio para seguir un camino que sea propositivo: todo depende de si se afirma o niega el acceso al ser y a la trascendencia. Urge rehumanizar la medicina: a los médicos y pacientes. Aceptar los retos ideológicos que se presentan. Aceptar el bien, ligado a la verdad y ambos a la libertad o quedarse en el concepto de lo útil, que deja paso a la autonomía absoluta, al relativismo o nihilismo moral. Después de presentar el panorama, el autor termina haciendo unos cuestionamientos finales, para elegir el camino que se va a seguir, porque la Bioética se encuentra en una encrucijada de voces muy distantes entre sí y, por ello, es importante aclarar el punto de partida y el fin que se busca. En todo momento, el autor tiene como punto de partida una Bioética personalista con base ontológica, apoyada, por lo tanto, en un realismo moderado.

PALABRAS CLAVE: moral de mínimos, democracia y moral, acceso al ser, realismo, utilitarismo, medicina antropológica, retos, rehumanizar la sociedad, ¿cuál ética?


ABSTRACT

This work explores a comprehensive view of the many-sided streams of thought in Bioethics, with an analysis on discernment necessary to take a right direction, which depends on affirmation or denial of access to human being and transcendence. Humanizing medicine practice should be a first concern endeavor, including patient-physician relations.
Acceptance of diverse challenging lines of thought, of good bind to truth and both bound to liberty, or otherwise simply agreeing with utilitarian notion leading to absolute autonomy, relativism, and moral nihilism, are examined here.
Next to this overview, author outlines several final controversial issues to decide a right pathway in a complex crossroad of conflicting conceptions.
Perspective of author statements born from personalistic, ontological based view of bioethics, Supported hence by a moderate realism.

KEY WORDS: Minimum morals, democracy and morals, access to human being, realism, utilitarism, anthropological medicine, challenge, humanization of society, which ethics?


INTRODUCCIÓN: CAUSAS DE LAS DIVERGENCIAS

Sucede tanto en la ética como en la deontología médica, y ahora en la Bioética, que por disposición natural humana los puntos de vista converjan en pocas cosas y haya muchas divergencias. Hay temas de encuentro necesariamente comunes, y desacuerdos, a veces, no superables, al menos en el plano intelectual, aunque en la práctica de la Bioética clínica se logren acuerdos al pie de la cama del enfermo, más fácilmente que en los estudios y congresos.

No es posible, ni deseable, esperar un orden mundial donde todo fuera concordia y aceptación unánime: o estaríamos en el hoy imposible paraíso terrenal, o sometidos a la más cruel tiranía. Donde reina la libertad hay diversidad: ópticas variadas, diversas lecturas de los mismos documentos y autores, diversos principios, buscando finalidades muy diferentes.

Los fundamentos de tales desacuerdos son múltiples: desde lo biológico: diverso modo de procesar los mismos datos que llegan al cerebro, o morales: diversa congruencia entre la moral y la vida; diversas actitudes intelectuales, aun partiendo de los mismos maestros iniciales, y teniendo sus libros como autoridades máximas: así se llamen Aristóteles o Platón, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Kant, Nietzsche, Husserl, Heiddeger, etc. Todos tienen discípulos que divergen entre sí, incluso con posiciones antagónicas. Para citar un caso, derivan de Kant autores tan diversos en Bioética como Apel, Habermas, Rawls o Engelhardt: o los primeros discípulos también kantianos que se dividieron en fideístas o racionalistas: dos polos extremos.

Querer hacer una expresión unánime se logra únicamente por fe sobrenatural, en los puntos exclusivamente dogmáticos, que son los menos, frente al enorme campo de lo opinable para un buen católico, o por una violencia que se imponga sobre la conciencia personal, lo cual es una arbitrariedad que hace más daño al que la comete, que al agredido de esa forma tan fuerte en lo más propio de su intimidad.

¿HACIA UNA MORAL DE "MÍNIMOS"?

Son muchos los intentos, antiguos y modernos, de hacer una moral fundamental con lo aceptado por todos: acaban en una moral de mínimos, que es destructiva de la misma moral, porque lo común, y más en nuestros días, acabaría siendo microscópico, con la relativación de lo que sí es básico y fundamental. Se quedaría, por ejemplo, en una mera recomendación afectiva, casi en un ¡pórtense bien, muchachos!; otros ese mínimo han pretendido que lo establezca la democracia, como piden los liberales tipo el neokantiano Habermas, influido por Wittgenstein y Peirce, aunque este último hablaba de que el bien lo estableciera la comunidad de científicos. Habermas va más allá, es la democracia, el número de votos, porque la sociología ha sustituido a la metafísica; es kantiano, pero quiere liberar a Kant de su carga individualista, a través de su teoría de la comunicación (1). Ha sustituido la síntesis trascendental kantiana por la interacción comunicativa (2).

 

LA DEMOCRACIA Y LA MORAL

 

Esa visión democrática de la ética ha demostrado la misma historia que es la relativilización de toda la moral o la manipulación de las masas por los mejores comunicólogos de masas. Pero así, ni se llega a la verdad, ni se puede establecer el bien.

Un ejemplo vivo y demasiado actual en nuestra sociedad: el aborto. Con el nuevo proyecto de modificación al Código Penal Federal mexicano se pretende despenalizarlo. Es ignorar lo que ha sucedido en la multitud de países que ya lo han hecho: en vez de tener miles de abortos, logran cifras anuales de millones, en países como Italia, donde se impuso por referéndum, con preguntas poco claras, donde el sí quería decir no, y a la inversa; además, no desaparecen los abortos clan destinos, porque siempre habrá embarazos clandestinos, y en los mismos abortos legales se obtienen casi las mismas cifras de mortalidad materno-infantil que en los clandestinos.

Todo lo anterior no descalifica ni a la ética ni a la Bioética, que corre suerte idéntica. Esa disparidad se da en las ciencias experimentales positivas, ante objetos determinados y concretos: si se pregunta a los gastroenterólogos si la úlcera péptica es producida en buen número de casos por el Helicobacter pylori, un 70% estará por la afirmativa; el resto citará otras pruebas experimentales para afirmar lo contrario; y no por eso se desvaloriza la medicina, que en todos los terrenos se dan disparidades similares o mayores. Lo mismo entre cosmólogos: si se quiere establecer la edad del big bang; o si ese no se dio; o en física la relación energía-materia: ¿todas las partículas elementales tienen masa? Cada cabeza es un mundo en todo el campo del pensar y del obrar.

¿CONOCIMIENTO DEL SER O SOLO DEL FENÓMENO?

Todas las divergencias filosóficas tienen un único punto de partida básico: ¿se puede conocer el ser del ente singular y concreto?, como afirma positivamente Aristóteles y todos los realistas de 24 siglos; o bien, siguiendo a Kant, ¿nos quedamos en los fenómenos, sin llegar a alcanzar los noúmenos?; o como Heidegger: capto el ser, pero solo en mí mismo; en ninguna otra cosa, cerrándose así a la trascendencia intramundana, por no abrirse a la trascendencia total y absoluta, porque para él "es demasiado tarde para los dioses, es demasiado temprano para el ser", estableciendo así el primado del relativismo, aunque vio que por ese camino se abre paso a lo que ya vivimos:  la sociedad tecnócrata es una sociedad del consumo, pero, ni aun pagando ese precio has querido dejar abierta un puerta a Dios" (3).

Esto origina dos antropologías diversas: la subjetivista y la objetiva. Lo cual dará pie a éticas muy dispares.

En antropología, si el hombre se abre al ser, llega a Dios, acepta la trascendencia intramundana y la absoluta; conoce la verdad, aunque nunca de modo absoluto, si nos quedamos en el mundo de la filosofía.

Para quien está abierto a la trascendencia le será fácil llegar a una ética objetiva, fundará la libertad en la responsabilidad; se admite el respeto irrestricto a los demás, todo fundado en su acceso a la verdad, e incluso a verdades universales, inmutables, aunque estas sean pocas. Así se podrá establecer bienes universales e inmutables. También dejando un gran campo a la opinable, discutible.

Los que cierran la puerta a la trascendencia caerán en el subjetivismo moral, en una ética de principios prima facie, como les gusta llamarlos a Beuchamp y Childress (4), que son principios generales, variables cuando las circunstancias lo requieran; la responsabilidad es únicamente consigo mismo, no hay nadie, ni en la Tierra, ni en el Cielo, a quien dar cuentas; se admiten a los demás como límite a mis derechos, mientras esos otros sujetos no alteren mi modo de vivir. Hay que ser tolerante con todos, menos con los que afirman tener alguna verdad: a esos dogmáticos hay que echarlos fuera, porque atentan al relativismo, y este es el fundamento máximo de la autonomía irrestricta que claman.

Las divergencias se acentúan en los "fenómenos de frontera", la concepción y los últimos días de un enfermo; cómo actuar con el embrión y cómo ayudar a bien morir, o hacer morir a un crónico incurable; cómo resolver el hambre en el mundo: quitando bocas y evitando, a toda costa, que nazcan, o distribuyendo los abundantes alimentos que se pueden producir con las modernas tecnologías de avanzada; dejando que unas veinte familias del país tengan más que todo el resto de mexicanos, o exigiendo una justa distribución de la riqueza; haciendo que los enfermos y ancianos estén bien atendidos, o eliminándolos con técnicas más perfectas que las que usó Hitler.

MEDICINA ANTROPOLÓGICA

Frente a tanta disparidad, se ha reanimado un concepto elaborado en el siglo XIX: la "medicina antropológica", término acuñado por V. van Veiszaker, y que en 1998 lo repropone Spisanti (5).

Lo anterior supone la rehumanización, no únicamente de la medicina, sino de la sociedad. Es decir, han de cambiar tanto el personal profesionista de la salud, como los pacientes. Buscar terminar con el paciente que echa la culpa de sus males al médico, porque no quiso seguir su tratamiento o combinó sus medicamentos con otros que le aconsejaron sus amigos "expertos", que lograron "magníficos" resultados; aquellos enfermos que no acuden a sus consultas de rigor, porque dudan de que el médico esté mercantilizado, y solo quiere sacarle su dinero. El paciente de hoy ha de ser protagonista de su propia curación, lo dice Spisanti, y todos los que se dedican a cuidados intensivos de enfermos ambulatorios; por ejemplo, los sometidos a diálisis peritoneal o hemodiálisis, o los que tratan a los cardiópatas o a los enfermos neurológicos, hasta los escleroenfisematosos, que en el hecho de invalidez siguen con su cigarro. No cambian ni sus costumbres alimenticias, ni sus malos hábitos, como el tabaquismo o el alcoholismo, y son mujeres embarazadas, que consideran que aquellas advertencias son exageradas.

Esos ejemplos de enfermos abundantes que todos conocemos, engendran médicos personalizados, algo que tuvo su origen en la medicina socializada, pero ni es el único factor, ni se da en todos, ni en la mayoría de los casos. En definitiva, hay que restablecer la relación médico paciente.

El divorcio entre el médico y su paciente afecta gravemente a la Bioética. Unos despersonalizados acaban en cientificistas: la ciencia a costa de la persona humana; o comercialistas: mi bienestar y mi futuro, a costa de la debilidad y de la confianza que depositó mi paciente. Una rehumanización solo se produce si se logra una base de confianza mutua y de conciencia mutua: sin saber moral, no hay conciencia moral formada y firme que tenga claridad.

Max Weber, quizás el mayor representante de la sociología moderna, propone un adecuado fundamento a la ética y a la política. Pero vemos que en política ya no rige la definición aristotélica, que entraña el bien común, la política como servicio a los conciudadanos; hoy priva entenderla como pedestal de fama, poder, dinero, y tantos caen en la corrupción, en contra de sus propios colegas, que los eligieron como representantes del interés social.

LOS RETOS IDEOLÓGICOS A LOS QUE SE ENFRENTA LA BIOÉTICA

Con la Bioética ha crecido la línea de encuentro entre medicina y ética, entre médico y paciente; pero no sin resistencia de ambas partes: dejar de lado la autonomía a ultranza y aceptar normas no está al alcance de todos; hay quien duda de la ética porque le suena la religión, y ve en ella un caballo de Troya para que los clérigos "vuelvan" al poder temporal. Son problemas complejos: no tanto de la Bioética, sino de cada persona ante el bien y el mal. ¿Se aceptan unos principios o se rechazan aun los más básicos, como "haz el bien y evita el mal"; "no quieras para tu prójimo lo que no quieras para ti"? Y, en cuanto se ha conocido que existe Dios, se imponen, por fuerza de la razón, antes aun que se llegue a lo revelado, el decálogo mosaico.

Se rechaza con frecuencia lo anterior por la exaltación de la autonomía a ultranza, apoyado todo en el agnosticismo agresivo, con su carga de secularismo radical: urge borrar el nombre de Dios, y hablar de la era postcristiana. Ya Nietzsche exclamó: "no sabemos lo que tendremos que pagar por haber tolerado ser cristianos durante XIX siglos"; pero está decidido a pagar el precio, ser fieles a las cosas de la Tierra, con olvido de cualquier instancia extramundana.

Han quedado así trastocados los bienes, las virtudes y los valores: si antes citamos el nuevo proyecto de Código Penal Federal mexicano, ahora podemos traer a la memoria la "carta de los derechos de la Tierra", que se empezó a elaborar en una reunión en Río de Janeiro, para aprobarla en este próximo diciembre, al festejo de los 50 años de los derechos humanos, y que no es otra cosa que la plasmación del grito de Nietszche: fieles a las cosas de la Tierra.

Estas consideraciones no son disputas teóricas lejanas a la vida cotidiana. Por otra parte, al crecer la ciencia y la tecnología surgen nuevos problemas antes solo vislumbrados, como la clonación del hombre; o el desarrollo de una ecología donde el hombre es un animal más, y el mayor contaminante de este planeta. Se puede salvar a una ballena, pero no hay recursos para salvar a un niño, entre los millones de criaturas que se encuentran en estado nutricional deficiente agudo.

Nos encontramos ante una confrontación entre la ética médica de matriz hipocrática, donde se habla de virtudes y deberes, y el nuevo lenguaje -válido cuando está bien fundado- de los derechos humanos y de los derechos de los pacientes; aún falta por desarrollarse el derecho del personal de la salud; si no hay simetría en esos desarrollos, caeremos en la medicina defensiva, tan cara para el paciente y despersonalizante para el médico, que permanece frío e indiferente, porque aquel a quien debe curar y cuidar puede ser su peor agresor.

LA BIOÉTICA: UN CAMINO PARA DARLE HUMANIDAD A LA VIDA

La Bioética, cuando busca el bien y no lo útil y placentero, es el camino eficaz para rehumanizar nuestra civilización, como se lee en el lema de estas jornadas. Aquí, desde nuestra ciudad, queremos unir lo dispar, sin traicionar la verdad; convencer y no vencer; en actitud franca de diálogo que busca la verdad, y no de sofistas, que buscan dejar el mal al que discrepa.

Nuestra arma para lograr ese objetivo es una Bioética de matriz realista, fundada en la dignidad de la persona humana; entendiendo por persona a todo sujeto de la raza humana, sea cigoto o incurable terminal e inconsciente, que para Engelhardt ambos extremos quedan excluidos de la categoría de seres personales. Y hacemos Bioética, no desde la religión, sino desde la filosofía moral, en armonía con la ciencia  médica y la jurídica (6).

Dentro del foro del CEIE (Centro de Estudios e Investigaciones de Bioética, México) se ha intentado tener una amplia gama de profesionales con serios curricula vitae. Se ha buscado el intercambio con muchas instituciones. El CEIE está actualmente afiliado y coordinado con la Academia Nacional Mexicana de Bioética, y multitud de centros nacionales y extranjeros, en constante intercambio de bases de datos y comunicaciones personales. Hasta ahora hemos llegado a tener contacto con casi toda América, e igualmente también con bastantes centros de Europa. Alguna relación con un centro incipiente en Kazajstán. Pero hay mucho que andar y el camino no es fácil, porque la posición es clara. Si partiéramos del relativismo se nos abrirían caminos con más facilidad, llegaríamos más lejos, pero no conseguiríamos el objetivo de rehumanizar a nadie.

¿CUÁL ÉTICA PARA LA BIOÉTICA?

Volviendo al panorama filosófico hay una discusión entre realistas: ¿ética de virtudes o ética de valores? Su origen histórico estriba en si parto de una ética apoyada en la naturaleza humana, entendida como esencia, en cuanto principio de operación, que privó muchos años dentro del campo aristotélico-tomista, o la moderna ética personalista, que no se queda en la naturaleza humana, común a todos los humanos, sino se funda en la dignidad de la persona. N o solo abraza más al individuo en su integridad, sino que, permaneciendo abierta a las virtudes y bienes, se abre a los valores, se apoya más en la conciencia y busca la realización personal hasta la plenitud. También la ética natural lo hacía, pero por influencias históricas ajenas a ella, que la invadieron. Llegó en muchos casos a ser una moral de mínimos, ¿cuál es el mínimo de bien que debo hacer para no ser malo? (7). Actitud hoy superada en la mayoría de sus seguidores.

¿ES AÚN VIABLE UNA ÉTICA DE PRINCIPIOS?

Sin tales principios solo habría éticas de "buenas voluntades" y resultados pobres y cambiantes, por concebir la historicidad humana al modo de Heráclito. Y esto es retroceder mucho, no en el tiempo, sino en el pensamiento, en el camino a la conquista de la verdad sobre lo que es el hombre. Si hay principios, hay límites.

Llegamos ahora al punto más difícil; se plantea la posición aguda, lacerante, para muchas conciencias: ¿hay absolutos morales? Es decir, ¿existen "actos intrínsecamente malos"?: se definen como tales aquellos actos que nunca y bajo ninguna circunstancia pueden realizarse sin atropellar la dignidad humana: la propia o la del prójimo. Quien dé la respuesta afirmativa está sosteniendo que el fin no justifica los medios, aunque se trate de un acto que mueve a la compasión por tratarse de un enfermo terminal, con dolor agudo, que pida que se le ayude a morir de inmediato. Si la respuesta es negativa, se vuelve al subjetivismo y al relativismo moral, que ahora ha evolucionado hasta llegar al nihilismo ético.

¿CUÁL RAZÓN?

 

Muchas éticas se precian de ser racionales, otras no. Su punto de partida abierto y declarado son los sentimientos, el "buen sentido". Pienso en James Mills, padre de John Stuart Mills, fundadores del actual utilitarismo, que es la corriente actual en Bioética más en boga, donde se sustituyen los conceptos morales de bien y mal, por lo útil Y lo doloroso. Otros distinguen entre razonamientos descriptivos y los prescriptivos, con rechazo abierto indudablemente a estos últimos (8).

 

Por este tipo de presentaciones de la ética y de la Bioética, hay quien piensa que estamos ante el colapso, no de la moral, sino mental (9).

El mismo Morri, destacado liberal y utilitarista italiano, dice que (10), en la misma obra colectiva: si no hay verdad en la Bioética, ¿cómo condenar la intolerancia?; si hay algo condenable, tiene que ser en nombre de la razón. Si no hubiera verdad, puedo imponerme a los demás, puedo atropellar su conciencia y su dignidad; el médico se nombra juez de vida o muerte, sin juicio, sin oír las dos partes, sin abogado defensor, o fiscal, sin jurado, casi sin deliberación: es el caso del aborto o del suicidio asistido, aunque esté legalizado.

Hume rechaza la razón en nombre de la libertad, hasta es el creador de una ley, "la ley de Hume". Él partió de una concepción mecanicista y determinista de la realidad, con una antropología hecha al modo de la física newtoniana, que termina en el nihilismo ético. Basa su ley en la "naturaleza decididamente datada". Antes ha negado los conceptos, ha rechazado la racionalidad, se redujo a un sensismo materialista y profundamente ateo. Desde ese escepticismo religioso, se queda en el fenómeno, afirma con soltura "que la ignorancia es la madre de la devoción" (religiosa). Desde ahí comienza a concebir su "ley", con un concepto de naturaleza muy suyo (11): es una "razón" no intelectual la que juzga o explica las cosas, de modo inmediato, con absoluta objetividad: rechaza lo bueno y lo malo; la verdad y la falsedad. El criterio que resta es lo útil y lo nocivo, pero no desde una óptica individualista, sino colectivista, basada en la simpatía, en los fines comunes que tenemos los humanos y en la defensa de la propiedad privada (12). Su "ley" prohíbe pasar de los hechos a los valores y pone una exigencia máxima: vincular los valores a nuestra voluntad de elegir, lo que, indudablemente, conduce al nihilismo moral (13).

CUESTIONAMIENTOS FINALES


1 Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa, I, Madrid, 1987, pp. 11-18.

 

2 Así describen a este autor tanto Inneraty, D., en su Dialéctica de la modernidad, Rialp, Madrid, 1990, p. 105, como Rafael Corazón en su libro Agnosticismo, raíces, actitudes y consecuencias, Ed. Eunsa, libros de iniciación filosófica, Pamplona, 1997, p. 134. Completa el juicio sobre este autor Macintyre, en Las tres versiones rivales de la ética, Rialp, 1992, p. 75.

3 Cf. Ser y Tiempo, escrito en 1927, traducido y editado en México en 1953, en FCE.

4  Cf. su obra: Principles of biomedical ethics, Oxford University Press, 1989.

5 Citado por Viafora, Corrado, en "Bioética Oggi: un quadro storico e sistematico", en la obra colectiva: Vent'anni di Bioética, de la Fondazione Lanza, Gregoriana Libreria Editrice, 1990, p. 22

6 Dentro del foro del CEIB se ha intentado tener una amplia gama de profesionales con serios curricula vitae. Se ha buscado el intercambio con muchas instituciones. El Centro de Estudios e Investigaciones de Bioética, CEIB, con sede en Guadalajara, Jal., México, está actualmente afiliado y coordinado con la Academia Nacional Mexicana de Bioética, y multitud de centros nacionales y extranjeros, en constante intercambio de base de datos y comunicaciones personales. Hasta ahora hemos llegado a tener contacto con casi toda América, e igualmente también con bastantes centros de Europa. Alguna relación con un centro incipiente en Kasajstan. Pero hay mucho que andar y el camino no es fácil, porque la posición es clara. Si partiéramos del relativismo se nos abrirían caminos con más facilidad, llegaríamos más lejos, pero no conseguiríamos el objetivo de rehumanizar a nadie.

7 Pinkaers. Theodor, Servais, en todas sus obras, especialmente en Las fuentes de la moral cristiana, ediciones Universidad de Navarra, traducción en 1988, del original francés escrito en 1985.

8 Es la postura de U. Scarpelli, que afirma que en la ética no hay verdad, todos son principios más o menos arbitrarios. Cf. U. Scarpelli, La Bioética. Alla cicherca del principi, in Biblioteca della liberatà, 99 (1987), pp. 7-32. Cit. por Viafora, o. c., p. 40.

9 Caffara, Carlo. En Studi Cattolici, luglio-agosto 199.5, nn. 413/414, p. 42.5.

10 Citado por Viafora, o. c., p. 46.

 

11  Cf. Fabro, Camelia. Introduzione  all'ateismo moderno, T. 1, editrice Stadium, 2° ed., Roma, 1969, pp. 325-346.

 

12 Herrero Amaro, Benito. En Gran Enciclopedia Rialp, T. 12, p. 242.

 

13 Cf. Caraterra, "Le ambiguità e la implicazione nichilistiche de ll'opposizione conoscere-valutare", en Viola, Francesco et al. La Società criticata, Napoli, 1974, pp. 193-226, cit. por Viafora, o. c.