PALABRAS DEL SEÑOR RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA SABANA EN LA CEREMONIA DE GRADOS DE LA 1a PROMOCIÓN DE LA ESPECIALIZACIÓN EN BIOÉTICA

 

DR. ÁLVARO MENDOZA RAMÍREZ

Abogado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Colegial de Número. Doctor en Derecho Privado de la Universidad de París. Actual Rector de la Universidad de La Sabana.


Culminan Uds., quienes reciben hoy su diploma como especialistas en bioética, uno de los programas que han suscitado mayores esperanzas en esta Universidad y en el cual hemos puesto más elevadas ilusiones. Y no podía ser distinto nuestro sentir frente a esta especialización, no solamente por tratarse del primer programa verdaderamente interdisciplinario adelantado en esta Universidad, sino muy principalmente por estar su orientación tan encaminada al reconocimiento de la dignidad trascendental de la criatura humana, como imagen privilegiada de su Creador y como centro de la creación.

Triste resulta apreciar la circunstancia de que esta civilización occidental, que todavía se predica como inspirada en hondos criterios cristianos, haya venido incubando en el curso de las últimas décadas teorías y prácticas que desconocen el valor profundo del hombre y de todo cuanto él significa, a punto tal que hayan prosperado, no solamente teorías contrarias al reconocimiento de su dignidad, sino prácticas que, como el aborto, el homicidio aceptado, la manipulación de óvulos fecundados, etc., habrían sido tenidas como conductas bárbaras no mucho tiempo ha.

El camino anterior es reflejo, no solamente de una decadencia de los valores en los cuales se fundamentó nuestra civilización occidental, sino muy principalmente de una concepción antropológica que desconoce radicalmente, al menos en la práctica, sino también en la teoría, la importancia trascendente del hombre, para reducido, como es lo propio de esta civilización, que cada vez se revela como más marcadamente economicista, a una simple unidad de producción, que solamente se justifica en cuanto tal y que no merece consideración alguna cuando amenaza la comodidad de los padres, como ocurre con el desconocimiento de los derechos del feto, o cuando se encuentra en la etapa de la decadencia final y debe enfrentar los sufrimientos e incomodidades del declinar de la vida, resultando en este período postrero una criatura incómoda para sus familiares y relacionados.

Si bien en nuestro país no se ha introducido todavía una legislación contraria a la vida humana y a la dignidad del hombre, salvo la desafortunada interpretación constitucional de la Corte respectiva en punto a la eutanasia, sí hemos venido asistiendo a la tolerancia práctica del aborto, a la manipulación de los gametos para la cual se pide ahora un respaldo legal y, sobre todo, al desprecio por la vida humana, que se refleja en la gran tragedia nacional de los índices de violencia que nos hacen merecedores de una posición poco honrosa en el concierto de las naciones civilizadas y que, triste es reconocerlo, retroceden en siglos la conquistas de nuestra civilización impregnada de los principios cristianos que esclarecen nuestra visión racional y profundizan en aquello que, en todo caso, viene a ser un criterio de simple derecho natural.

Este panorama desalentador, que no por ello podemos mirar de manera pesimista, en tanto nos sintamos portadores de luz para tinieblas tan profundas, debe ser, como ocurre con el esfuerzo realizado por esta Universidad, acicate para reaccionar, proclamando al entorno y al mundo entero nuestro sentir sobre los valores del hombre. Es en este contexto que se dio inicio, con el consagrado esfuerzo del doctor PABLO ARANGO, esfuerzo que debemos todos aplaudir, a los programas de bioética que, por diferentes caminos, pretenden estudiar desde el ángulo de variadas disciplinas, y dar luego a conocer, planteamientos serios que sirvan como antorchas para guiar la marcha en medio de la oscuridad que se ha venido extendiendo en el pensamiento y en la conducta de nuestra generación.

A este esfuerzo por explorar las fronteras éticas de todas las acciones que pretendan tener como objeto a la criatura humana, no podía ser ajena una Universidad como ésta de la Sabana, que ha definido en su misión la defensa de la dignidad trascendente del hombre y que ve en él, no solamente al ser más perfecto de la creación, sino también a una imagen privilegiada de su Creador.

Por esta razón en el día de hoy, contrariando en parte las costumbres propias de actos como éste de graduaciones académicas, más que felicitar a quienes hoy reciben el diploma de especialistas por el esfuerzo cumplido, lo cual no puedo en todo caso menos de hacer, debo también expresar el sentido de satisfacción de nuestra Universidad por culminar esta primera etapa de estudios de pos grado en una disciplina que, como la bioética, aparece allí en donde ha empezado a predominar el desconocimiento de la dignidad humana.

Espero que el esfuerzo hasta ahora realizado, con el apoyo de muchas personas, pero muy especialmente bajo el impulso de nuestro Vicerrector Académico titular, sea apenas el comienzo de un camino por el cual esta Universidad siga transitando, sin pausa y sin fatiga, convencida de la importancia de una tarea de creación de un pensamiento sobre uno de los más trascendentales temas de nuestra especie.

Espero también que todos Uds., particularmente quienes hoy culminan esta fase de sus estudios, mantengan viva la llama del interés y del entusiasmo que los llevó a seguir la especialización que hoy culmina y que sean siempre en sus vidas pregoneros de las luces recibidas a través de sus conocimientos y reflexiones. Un grado académico, como suelo expresado con machacona frecuencia, no puede verse como la finalización de los estudios respectivos, sino apenas como una etapa en el adelantamiento de los mismos, si bien la marcha posterior de ellos siga cauces diferentes. Para quienes hemos sentido interés por las disciplinas científicas e intelectuales, dejar de estudiar significa ni más ni menos que renunciar al camino emprendido, en tanto éste exige una permanente actualización y una continua profundización.

Álvaro Mendoza Ramírez
Rector
Universidad de La Sabana
14 de agosto de 1998