PERSONALISMO: ORIGEN Y ESBOZO DE UNA CORRIENTE BIOÉTICA

 

Pbro. Dr. Javier Nuñez García

Universidad de Navarra (España). Departamento de Bioética.


La Ética considera las acciones humanas en relación con el modo de ser que la persona adquiere a través de ellas" (1). Considera a la persona humana en su ser, en su obrar y en la configuración que esa misma persona adquiere por sus acciones: buena (virtuosa), o mal (viciosa).

Hablamos de conducta humana porque en ella el hombre "se conduce" a sí mismo hacia sus objetivos sirviéndose del conocimiento de la realidad, de la verdad y del ambiente en el que vive.

Las acciones humanas dependen enteramente de ese centro de autodecisión que llamamos persona, e implica por eso una responsabilidad (saber dar razón) de aquellas acciones que esa persona ha proyectado, organizado, porque ella es su autor, causa y principio. El hombre es un ser moral en la medida que es un ser racional.

"Dirigir el obrar humano no es lo mismo que el saber, pero sólo quien sabe puede dirigir racionalmente el obrar, y tal dirección es sin duda una intervención de la voluntad y de la razón práctica de la razón humana" (ib.).

La bondad o malicia morales no se confunden con la calidad que puedan tener esas acciones humanas con relación a una acción restringida, como puede ser la perfección técnica o la consecución de objetivos particulares, o en la realización de determinadas obras. Así hablamos de un robo "perfecto". El bien y el mal no se dan solos, sino en las acciones en cuanto que éstas son humanas, y por eso afectan a la persona en su totalidad.

"El bien moral coincide con el bien de la persona en la medida exacta en que este bien está en juego en la acción libre y ha de ser realizado a través de ella (2)".

ORIGEN DE LA ÉTICA PERSONALISTA

El siglo XX está marcado por el materialismo que ha dominado queriendo imponer la idea que lo único real es lo material, o por lo menos, todo lo valioso y auténtico. Dicho materialismo ha tenido tres expresiones culturales entre sí relacionadas:

En contraposición, y quizás como reacción ante este panorama, este también puede ser llamado el siglo de la Antropología filosófica. El hombre siempre ha sido uno de los tres grandes temas filosóficos (Dios, el hombre y el mundo), pero ahora se ha llegado a comprender mejor que nunca lo dice Julián Marías la realidad humana. Esto ha sido fruto de un conjunto de pensadores judíos y cristianos, unos protestantes y otros católicos que crean vocabulario, perspectivas nuevas. De esto se sirvió el Concilio Vaticano II que tuvo un fuerte acento personalista y quien ha llevado esto a su desarrollo más completo es el Papa Juan Pablo II, con toda su labor intelectual antes de ser Papa, y con todo su Magisterio desde que ocupa la Cátedra de Pedro.

Los precursores están en el siglo XIX: Kierkegaard y Newman, luego vienen tres corrientes: las filosofías del diálogo (alemanes y austríacos, judíos y cristianos) que estudian las relaciones interpersonales, crean una nueva manera de tratarlas, y las refieren a las relaciones con Dios.

El segundo grupo lo forman las filosofías del diálogo y nos detendremos en cuatro autores franceses que aportan vocabulario y esquemas que influyeron directamente en el enfoque del Vaticano II.

El tercer grupo es el Círculo de Gotinga, con el primer Husserl (1901-1902) que le siguen varios autores cristianos.

Kierkegaard (1813-1855) es un pensador danés que reacciona ante Hegel, es un espíritu profundamente religioso (luterano) que critica a la sociedad luterana que le toca vivir, se opone a todo lo que no le parece auténtico. Se opone a todo lo hipócrita: choca con el ambiente, critica fuertemente a Hegel, a quien no dudó de llamar "payaso", al mismo tiempo que lo estudia y encuentra muchas cosas valiosas de su pensamiento que adopta cristianizándolas. Ante el aparente o real panteísmo de Hegel, en el cual se disuelve la persona humana, él defiende al individuo, a "ese individuo". Y señala siempre que el individuo es más alto que el género. A ese individuo hay que potenciarle su propia conciencia, "cuanta más conciencia más yo"; el hombre encerrado en sí mismo llega al hastío, el hombre debe abrirse a los demás y a Dios para encontrar el auténtico sentido de su existencia.

El hombre recibe una nueva calificación: es un yo delante de Dios. El espíritu humano se define mucho más por sus relaciones personales que por su relación con los objetos.

John Henry Newman (1801-1890). No es un filósofo, sino un pensador religioso, ensayista y un gran converso del anglicanismo al catolicismo. Escribe su Apología pro vita sua. Formado en el empirismo inglés (Locke y Hume) supero por su conversión sus reduccionismos materialistas. Sus temas de estudio ciencia y fe influyen mucho en Oxford, donde imparte conferencias y son leídos en toda Europa. Esos temas le llevan a analizar la conciencia ante Dios, la moral y la fe.

LOS FILÓSOFOS DEL DIÁLOGO

Ferdinand Ebner (1882-1931): un oscuro maestro de escuela de una aldea cercana a Viena, estudia a Newman y a Kierkegaarg. Le impresiona el prólogo del Evangelio de San Juan: y repite que "La palabra es el camino", la palabra como camino para penetrar en el hombre y presentarlo como ser relacional. La relación desarrolla al hombre y aspira a la plenitud en su diálogo con los demás. Solo el que ha encontrado en Dios su verdadero tú, halla el camino recto que le lleva al tú con el hombre y viceversa. Centra la vida humana en el diálogo.

Ebner no trabajo sólo. Entra en contacto con judíos intelectuales con los que intercambia experiencias: Martín Buber y Franz Rosenzwieg (1886-1929): también ellos son profundamente religiosos en su judaísmo. Posteriormente, en nuestros días estará Emmanuel Lévinas (1906-1995. Judío de origen lituano y docente en Francia ).

Martín Buber escribe sus pensamientos en una especie de diario que llama Yo y Tu (1923) donde analiza las relaciones con los demás hombres y con Dios. La relación con el mundo es sólo una relación "ello". Resaltando así la importancia del encuentro personal como algo constitutivo para las personas. El yo no se da solo, se da siempre delante de un tu, y el Tú fundamental de todos los hombres es Dios. Para entender al hombre hay que entenderlo en la riqueza de sus relaciones. Es lo que dice en su última obra "Qué es el hombre?"

FILOSOFÍAS DE LA PERSONA

Maritain (1882-1973) ve que en el siglo XIX encuentra auge los errores del individualismo; en el XX el totalitarismo colectivista. A estos errores opone la noción de persona humana, no crea una doctrina personalista; sino que está lleno de aspiraciones personalistas. Esto se difunde y hoy hay muchos personalismos.

Gabriel Marcel (1889-1973), Emmanuel Monier (1905-1950) Maurice Nédocelle (1905-1976) son franceses, católicos (dos de ellos conversos) conocen los horrores de la Primera guerra Mundial y quieren reconstruir la sociedad sobre un concepto verdadero de hombre. Detrás de todos estos pensadores está el judío francés, gran pensador, Henri Bergson.

Gabriel Marcel escribe también un diario que llamó "Ser y tener" (1935). Cada hombre crece en el ser es más hombre en cuanto aumentan sus relaciones humanas, la conciencia y la coherencia de vida: el hombre es un ser en un mundo de relaciones espirituales: la más importante es el amor. Tratar a las personas como cosas, instrumentalizarlas, poseerlas, utilizarlas, es desnaturalizarlas. Lo recto es comunicarse y amar, que da lugar a la comunión interpersonal: es el modo de crecer verdaderamente humano. Esta distinción entre ser y tener se hará famosa en el Magisterio de Pablo VI y el Conc. Vaticano II y la utiliza muy frecuentemente Juan Pablo II.

Emmanuel Mounnier (1905-1950): apasionado e idealista sobre todo por las cuestiones del orden social de su época. Dominado por un gran afán de autenticidad que a veces lo hacía exagerado. El fue el que acuñó la expresión de personalismo cristiano: "llamamos personalista a toda doctrina, a toda civilización que afirma el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo" (4). Criticó los totalitarismos fascistas y marxistas pero su crítica más aguda se dirige al individualismo liberal. Influye mucho en el Vaticano II, pero sus seguidores tenderán a dejar la filosofía y pasar a la política y sentirse muy cercanos al misticismo marxista. En el fondo porque no fundamentó su pensamiento en una ontología. Sus aportaciones sirvieron para criticar la deshumanización marxista, siempre estuvo a favor de la primacía de lo espiritual sobre la materia, del ser sobre el tener, la persona sobre el capital, sus ideas sobre la comunión de personas y la solidaridad encontraron mucho eco en círculos intelectuales polacos.

Maurice Nédoncelle (1905-1976) menos conocido y más teológico, sacerdote y profesor de Teología en Estrasburgo. Abunda en la filosofía del diálogo de M. Buber y la relación yo - tu, son el uno para el otro; causa y efecto, y en ese amor al otro hay una huella de Dios.

Todo esto rompe el cogito cartesiano, impide que el hombre se cierre en un subjetivismo, lo abre a la relación interpersonal. El amor es la voluntad de mejora mutua. La indiferencia elimina todo el orden personal.

FENOMENOLOGÍA: CÍRCULO DE GOTINGA

Edmund Husserl (1859-1938) crea la fenomenología, más como método que como sistema filosófico. Su fundador reacciona ante el positivismo que lo rodea y quiere recuperar valores y temas propios de la filosofía y conseguir un método tan riguroso como cualquier ciencia positiva. Estudia los fenómenos tal como se presentan en la conciencia, al margen de la subjetividad, se basa en la experiencia que es común a todos los hombres, evitando los prejuicios, es decir, las ideas preconcebidas de cómo tienen que ser las cosas. Se trata de crear un clima espiritual que nos permita intuir la verdad de los fenómenos y llegar a la esencia. Esa intuición de la esencia sería algo muy personal por eso el fenomenólogo describe, analiza y ordena experiencias para proporcionar el contexto suficiente para que el otro capte la esencia.

Ese es el primer Husserl que abre una brecha al criticismo kantiano. Su ayudante Von Reinach se convirtió al cristianismo y murió en la primera guerra mundial, era la mano derecha de Husserl.

Max Scheler (1874-1928) también entró en contacto con este grupo centrándose en el análisis de los valores ante la conciencia, la decisión y el ejercicio de la libertad. Sus trabajos han tenido un impacto enorme en la ética moderna. Karol Wojtyla escribió un libro sobre su filosofía y concluye que no es cristiana. Pero asimiló muchas cosas valiosas de este pensador.

Von Hildebrand (1889-1977) discípulo de Husserl, converso al catolicismo, siguió muy de cerca a Scheler también ha ayudado con sus observaciones profundas a formar la filosofía de la persona, especialmente de las relaciones interpersonales, el encuentro, la simpatía, el amor y los fenómenos de comunicación del lenguaje.

ÉTICA PARA UNA BIOÉTICA

La ética personalista supone una antropología correcta. Para saber cómo tiene que comportarse hay que saber qué es el hombre. El hacerse sigue al ser, dice un aforismo clásico. El obrar humano no sólo refleja la persona humana sino que también la construye o destruye al mismo sujeto. Hay que evitar el individualismo, la anarquía de pretender prescindir de normas en favor de una libertad sin finalidad ni rumbo. Igualmente hay que dejar de lado los colectivismos que tanto daño han hecho a los hombres. La persona humana, al mismo tiempo que es singular e irrepetible, lo es también social. Y está hecha para darse a los demás con una vocación de servicio.

La moral personalista es una moral de libertad interior, con su correspondiente sentido de responsabilidad. "Las acciones son de los supuestos" dice el aforismo clásico. El sujeto tiene que responsabilizarse de las decisiones libres que toma con advertencia plena.

Para algunos la ética personalista connota el subjetivismo, el culto al propio yo, la negación de la objetividad moral y de la trascendencia. Para Mounier y toda su escuela la persona humana es ya una realidad objetiva y la definición de Boecio conserva todo su valor. Se tiene así una ética objetiva que hace referencia a la conciencia, la cual se encuentra delante de una escala de valores y de bienes que son valiosos para todos, su valor no depende de su reconocimiento, aunque cada persona module o capte de modo singular.

Es una ética de intercomunión entre los hombres. Exige actitudes de solidaridad y de servicio a los demás. Es una moral que exige el máximo respeto a los demás y ese respeto funda la paz en todos los niveles: la paz interior, la paz familiar, la social y la internacional. Existe el derecho de la libertad de las conciencias, que aunado al principio de reciprocidad fundamenta la igualdad. Una persona no puede ser tratada ni poseída como objeto, sino que siempre es un sujeto. En el centro de su dignidad está la conciencia moral. Y esa conciencia se halla ante normas objetivas de moralidad, que la conciencia no crea, sino descubre. Así la conducta humana no queda en función de sólo su "sincera intención de la apreciación de los motivos que la llevan a obrar, sino de criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos (5)".

El bien moral es bien de la persona que le permite al hombre su desarrollo como individuo y miembro de una sociedad y que se cultive y realice plenamente como persona humana que despliega toda su potencialidad.

Sobre la base personalista la ciencia y la técnica deben someterse al servicio de la persona, nunca manipulada ni dominada, como si pudiera ser propiedad de alguno, aunque esos sean sus progenitores. El ser humano es siempre y en cualquier esencial de todo ser humano y lleva a tener en cuenta los derechos ajenos y sus deberes para con los demás y para el bien común de todos (6).

Al referirse a la dignidad de la persona humana no hay por qué pensar en la autoexaltación del hombre orgulloso y prepotente. Su dignidad por encima de todo el universo material está basada en su ser espiritual, libre y condicionada al buen uso de su inteligencia, de su cuerpo y de la posibilidad que Dios le dio para que colabore con Él en el gobierno del universo.

Por último señalaría alguno de los peligros de una ética personalista:

La ética personalista supone una antropología correcta. Para saber cómo tiene que comportarse hay que saber qué es el hombre. El hacerse sigue al ser, dice un aforismo clásico. El obrar humano no sólo refleja la persona humana sino que también la construye o destruye al mismo sujeto. Hay que evitar el individualismo, la anarquía de pretender prescindir de normas en favor de una libertad sin finalidad ni rumbo. igualmente hay que dejar de lado los colectivismos que tanto daño han hecho a los hombres. La persona humana, al mismo tiempo que es singular e irrepetible, lo es también social. Y está hecha para darse a los demás con una vocación de servicio social.

PRINCIPIOS GENERALES

1. Respeto absoluto de toda vida humana desde su nacimiento hasta su fin natural. No hay vidas sin sentido, sin valor. No es posible nombrarse jueces para sentenciar quién puede llegar a ésta vida y a quién hay que evitárselo; o de trazar una línea que marque el mínimo de calidad de vida, debajo de la cual el hombre deje de ser persona.

2. Respeto pleno de la dignidad de la persona de todo paciente. El que elige ser médico elige una profesión que toda ella es relación interpersonal, con equidad de persona a persona; de confianza a confianza, de conciencia a conciencia, de respeto a respeto. La dignidad humana surge de una correcta antropología. Cuando se conoce qué es el hombre, se le sabe tratar. Así, por ejemplo, el enfermo deberá ser un colaborador activo de su tratamiento y curación.

3. Principio de autonomía justa, con dos componentes principales: a) racionalidad para evaluar claramente las situaciones y escoger los medios adecuados. b) la libertad para hacer lo que se decide, o al menos actuar sin coerción ni restricciones irracionales. Esto elimina el viejo paternalismo beneficientista. Es reconocer la dignidad y libertad del paciente. Un enfermo competente con un profesional cualificado.

CUALIDADES DE UN BUEN MÉDICO

* Integridad

* Respeto a la vida y dignidad del paciente

* Ciencia, competencia y eficacia

* Compasión, humanidad y cordialidad

* Justicia, equidad y trasparencia en honorarios

* Ser capaz de comprender los estados anímicos y sostener al enfermo en su lucha por recuperar la salud

* Serenidad y delicadeza

* Amor al que sufre

* Capaz de amistad y afecto

* Que el dolor del enfermo haga manifiesta su grandeza moral

* Estudio continuo y capacitación permanente

* Ser solidario con el enfermo, que no sólo necesita receta, sino también calor humano y apoyo moral

* Valor para decir la verdad debida con las palabras justas

* Paciencia y destreza para dialogar con las familias y personas que acompañan al enfermo: asistentes sociales, sacerdote, etc

* Sensibilidad humana, espiritual y moral

* Generosa dedicación que le haga vencer la indiferencia, el desinterés y el ausentismo.

* Un médico debe saber que todo su ser es ser para los demás: un don para darse

* No sabe ser burócrata y lejano

* Evita el despilfarro y el uso indebido de recursos, pague quien los pague

4. Consentimiento informado. Debe dejar de ser un mero requisito formulario, sin enterar ni explicar las consecuencias. Al enfermo hay que percibido, escucharlo, atenderlo, tratado con respeto y veneración. No reducir a un enfermo adulto competente en menor de edad, simple ejecutor de ordenes y prescripciones.

5. Respetar las legitimas exigencias de reserva y pudor. No son muchos los médicos y los hospitales que hacen esto. Una bata corta, que nada tapa y abierta por detrás. Al ado del médico, estudiantes y curiosos. El enfermo tiene que soportar ser objeto de estudio. Anécdota de joven mujer de 18 años, anestesiada, sin entubar, en la preparación de campos de cirugía, con gran ignorancia de los médicos y gran trauma al paciente.

6. Respeto al secreto médico y a la confidencialidad.

7. Equidad en los honorarios. No ver al paciente por lo que puede pagar. Romper la plaga de la dicotomía y comercialización de la profesión.

8. Romper la costumbre de reducir al anonimato al paciente: dejar de verlo como un número, un "caso clínico", un expediente a estudiar y, en su día, a cerrar.

9. Rehumanizar la relación médico-paciente. Debe cuidarse que exista siempre el diálogo atento, lleno de respeto e interés, que sea un encuentro cordial y solidario de dos hombres libres.

10. Respeto a su espíritu, a su religión, a su corporeidad, a su cultura. Ver a la persona en su integridad y unitotalidad. Así se expresa en el frío mundo de la empresa: "Ahora tenemos muchos muchachos -dice Iacocca-, que fue dueño, héroe y señor de la industria automotriz- tan especializados que lo saben todo acerca de un trozo de la tarta Y nada de la tarta misma. Manejan muchos datos, pero eso no les ayuda a 1 pensar (7)".

11. Exigirse ser un médico propiamente dicho. Pasan muchos especialistas por una cama. El enfermo lo tiene todo; su única carencia es que necesita un médico. ¿Será esa una especie en extinción -pregunta el Dr. Esquivel Rodríguez (8) - Por supuesto que no. El médico es "un profesional con ciencia sólida y profunda, experto en el difícil arte de comprender al hombre: que mantiene a lo largo de su vida una incansable pasión por aprender y creciente vocación de servir" (ibidem p. 5).

12. Principio de Beneficiencia y de no maleficiencia (bonum fácere et primum non nocére del juramento hipocrático).

1) No hacer daño;

2) Debe prevenir el daño;

3) Debe remover el mal;

4) Debe hacer o promover el bien (9).

13. Los objetivos del quehacer médico tienen que ser

A) Restitución salud.

B) Mejoría de los síntomas físicos y psíquicos.

C) Restitución de las funciones orgánicas.

D) Salvar o prolongar la vida de modo racional, sin caer en ensañamiento terapéutico.

E) Educación y asesoría al paciente.

F) Evitar daños en el tratamiento. (10).

G) Cuidar los costos al paciente, o al Estado, o a la Compañía de Seguros.

14) Principio terapéutico: lo dejé al último porque es el más conocido y utilizado por los médicos, cuyas decisiones se basan con mucha frecuencia en él. Juzga la proporcionalidad entre el daño y el riesgo para ver la licitud o no de una acción, en sí misma buena o indiferente, o sólo parcialmente mala, p.e. se trata de una mutilación sobre el órgano que está haciendo el daño a todo el cuerpo. Se basa en el principio moral del voluntario indirecto y, excluye por tanto, las acciones intrínsecamente malas.

A MODO DE RESUMEN

Termino esta ya larga exposición con una cita del Papa Juan Pablo II: "Hombres de ciencia, sed testigos de la verdadera ciencia que no se agota en el conocimiento sino que, a través del servicio al hombre, llega a la justicia y al amor. En efecto, éste es el interrogante más profundo y verdadero que se eleva del corazón de todo hombre y es también la respuesta mas importante y noble que el hombre puede ofrecer a su prójimo" .

BIBLIOGRAFÍA

1. Rodríguez Luño, Ángel, ÉTICA GENERAL, Ed. EUNSA, 2da ed. 1993 p. 23, n.8.

2. Ibídem p.26, n.13.

3. Memorias, De Mensajero, Bilbao 1975 p. 60. Toda esta sección es un resumen de un capítulo del libro de Juan Luis Lorda "Antropología: del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II.

4. Conc. Vat. II, Gaudium et Spes n. 51,3.

5. Conc. Vat. II. Decl. "Dignitatis humanae" n. 7.

6. Lacocca7 Lee? et al. "Hablando claro", e.d Grijalbo, México 1988).

7. Esquivel Rodríguez, Francisco. Conferencia en XXXVII reunión anual AMINNSZ en Acapulco, del 9 al 12 de agosto de 1995.

8. Vázquez Saavedra, José Antonio, Director General de los Senicios de Salud DDF, en oct. 3-1994: conf. "La Bioética en la práctica médica", en 1er Congreso Internacional de Bioética, en la Ciudad de México. Memorias de la Comisión Nacional de Bioética. México 1994. pp. 57 y ss.

9. Ibídem, con alguna modificación

10. "La humanización de la medicina no es una disciplina autónoma", A la Sociedad Italiana de Cirugía, 18-X-1994, en DP 129/94.