Artículo

PERSONA, CARÁCTER Y VALORES SEGÚN RUDOLF ALLERS EN THE PSYCHOLOGY OF CHARACTER

Person, Character and Values According to Rudolf Allers in The Psychology of Character

Pessoa, caráter e valores segundo Rudolf Allers em The Psychology of Character

Joaquín García-Alandete1

1 Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, España. ximo.garcia@ucv.es.

Fecha de recepción: 2016-02-04
Fecha de envío a pares: 2016-03-04
Fecha de aprobación por pares: 2016-08-25
Fecha de aceptación: 2016-08-31

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García-Alandete J. Persona, carácter y valores según Rudolf Allers en The Psychology of Character. pers.bioét. 2016; 20(2): pp. 271-279. DOI: 10.5294/pebi.2016.20.2.11


Resumen

El psiquiatra vienés Rudolf Allers ha sido virtualmente relegado al olvido, a pesar de la relevancia que tuvo en el pasado. Llevó a cabo un programa de fundamentación de la psiquiatría, la psicopatología (concretamente, la neurosis) y la caracteriología en la antropología católica, específicamente tomista. En este trabajo se exponen de manera breve sus principales ideas sobre la distinción entre persona y carácter, así como la relación entre carácter y valores, con el objetivo de actualizar su potencial relevancia para una crítica de la psicología actual, ajena a cualquier referencia metafísica.

Palabras clave: Rudolf Allers; psicología; psiquiatría; persona; personalidad; carácter; valores (Fuente: DeCS, Bireme).

Abstract

The Viennese psychiatrist Rudolf Allers has been virtually relegated to oblivion, despite being quite relevant in the past. He developed a founding program in psychiatry, that of psychopathology (specifically neurosis), and characterology in Catholic anthropology, specifically Thomist. The article briefly discusses Allers’s main ideas on the distinction between person and character, and the relationship between character and values. The objective is to update his potential relevance for a critique of contemporary psychology, independent of any metaphysical reference.

Keywords: Rudolf Allers; psychology; psychiatry; person; personality; character; values (Source: DeCS, Bireme).

Resumo

O psiquiatra vienense Rudolf Allers tem sido virtualmente relegado ao esquecimento, apesar da relevância que teve no passado. Realizou um programa de fundamentação da psiquiatria, da psicopatologia (concretamente, a neurose) e da caracterologia na antropologia católica, especificamente tomista. Neste trabalho, expõem-se de maneira breve suas principais ideias sobre a distinção entre pessoa e caráter, bem como a relação entre caráter e valores, com o objetivo de atualizar sua potencial relevância para uma crítica da psicologia atual, alheia a qualquer referência metafísica.

Palavras-chave: Rudolf Allers; psicologia; psiquiatria; pessoa; personalidade; caráter; valores (Fonte: DeCS, Bireme).



Introducción

Rudolf Allers (1883-1963), psiquiatra y filósofo vienés, fue conocido como el “anti-Freud” debido a su crítica al psicoanálisis freudiano (1 - 7). Allers fundó la denominada “Tercera escuela vienesa de psicoterapia” (8 - 12), junto a Oswald Schwarz y Viktor Emil Frankl (13, 14), debido a su discrepancia sobre la fundamentación filosófica subyacente al psicoanálisis y abogando por una mayor apertura a la dimensión trascendente de la existencia, incluso en clave teológica y no meramente filosófica, en el campo de la psicoterapia. Su proyecto, si puede decirse así, fue el de fundamentar antropológicamente la ciencia psicológica y la pedagogía del carácter. En relación con ello, la antropología tomista caló hondamente en Allers, siendo una de sus referencias esenciales para la fundamentación antropológica de una psicología católica (15 - 17).

Ante la invasión nazi de Austria en 1938 se exilió en Estados Unidos, donde desarrolló su carrera académica. Publicó numerosos trabajos[1] e impartió conferencias en encuentros académicos internacionales, tanto sobre psiquiatría como de filosofía, especialmente tomista, ejerciendo un notable influjo en destacados psiquiatras y filósofos del siglo XX, como el ya mencionado Frankl, fundador de la logoterapia, o Urs von Balthasar.

A pesar de sus valiosas aportaciones a la psiquiatría, especialmente en cuanto a su fundamentación filosófica y antropológica, sus contribuciones han caído en el olvido, si bien parece subsistir un cierto interés (18 - 25). Respecto a la fundamentación antropológica de la psicología, en general, y de la psicoterapia, en particular, por parte de Allers, Martín Echavarría señala:

La propuesta de Allers es la de desarrollar la que él llama una “psicología antropológica” o también “de las alturas” y no solo “desde abajo”, es decir, reduccionista. Allers sostiene que tanto la psicología como la caracterología (lo que hoy llamaríamos “psicología de la personalidad”), como, finalmente, la psicoterapia necesitan fundamentarse en una concepción verdadera acerca de lo que el hombre es (antropología) y de lo que el hombre debe ser (ética). Estas a su vez descansan sobre una determinada metafísica e incluso sobre una concepción religiosa, porque Dios, sumo Ente y Bien perfecto es el fundamento de todas las cosas. Respecto de la antropología, Allers aspiraba a desarrollar “un tratado que logre para nuestros tiempos lo que el Tractatus de homine de santo Tomás hizo en el pasado”, tratado que, en la línea de la nueva antropología filosófica (Scheler, Plessner) sintetizara desde los principios todo el saber sobre el hombre aportado por las ciencias (19).

En este trabajo se presentan algunas ideas fundamentales que al respecto expone Allers en su obra The Psychology of Character, relativas a las relaciones y diferencias entre persona, personalidad y carácter, así como sobre la naturaleza axiológica del carácter, al estar este fundado en valores que implican elecciones y que, en consecuencia, imprimen a la acción una orientación determinada.


Persona, personalidad y carácter en The Psychology of Character

En The Psychology of Character, Allers (3) hace memoria etimológica del término “carácter”, procedente del verbo griego , que significa “marcar”, con el sufijo, relativo a un agente. Entonces, carácter viene a remitir a aquel o aquello que deja o imprime una marca. De momento, pues, tenemos tres elementos: 1) un individuo sobre el cual 2) la acción de un agente 3) imprime una marca. Asimismo, Allers establece diferencias que, siendo básicas, son obviadas con frecuencia. Así, entre persona, personalidad y carácter: la persona es, se es persona: “we cannot say that man has person; he is person, and, as such, has personality […] The word ‘person’ plainly connotes the whole being of a man” (3); lo que llamamos persona es “the inner nature of a man” (3). El carácter se tiene; la personalidad es el hecho de ser persona: “the ‘being person’, in the same way as ‘honesty’ connotes the ‘being honest’, of a man” (3). No es lo mismo ser persona que tener un carácter: “man and his character are not one and the same” (3).

El carácter es el conjunto de características propias de un individuo, tomadas como una unidad y como un todo, no como un mero agregado, y que lo distinguen como tal individuo, como el que es; no solo como que es, sino como quién es. Esto es, el tener un carácter determinado implica que se tiene un modo personal de obrar, como un todo unitario —como la marca personal, podríamos decir, que uno imprime a sus actos—:

… a man’s conduct at any given moment, his every action, is an expression of the whole man. […] An individual character, peculiar to one person and to him alone, can hardly be physiognostically deduced. Furthermore, any number of individual traits do not make up character; it is not […] a mosaic of separate traits or elements of any kind. Character is a unity and a whole, not a mere aggregate (3).

El carácter vendría a ser el fondo desde el cual emergen las acciones como expresión de la persona, un “algo” común a todas ellas, de naturaleza adquirida más que congénita, simple e inmodificable:

character represents a fundamentally variable “something” common to the actions and behaviour-pattern of a man, something that must be regarded as an added property of a person rather than as something congenital, simple and unchangable (3).

Por otra parte, el carácter es modificable y, en ocasiones, la modificación se debe a un proceso neuropatológico que, no obstante, no afecta al núcleo de la persona. Enferma el carácter, lo que la persona tiene o posee, no lo que la persona es, esto es, ella misma en su esencia:

… the person himself, the possessor of character, the mainspring of all action and behaviour, cannot be affected by destructive cerebral lesions. Disease of the brain only checks the development and means of expression of the person, and cannot alter, still less destroy, the kernel of man’s being. […] the character that underwent such a change during the course of the organic cerebral disease cannot be identical with the person of the patient, which remains fundamentally unchanged throughout; we are given full justification for a strict separation of the fundamentally distinc concepts “person” and “character” (3).

Persona y carácter, por tanto, son distintos. Más todavía, el carácter no es una parte de la persona, y solo puede ser comprendido mediante un análisis de sus acciones, siendo el signo común a toda acción la relación entre “yo-no yo”, “persona-mundo”, “sujeto-objeto”. Toda acción supone una situación actual —presente— y una situación posible hacia la cual se tiende —futuro—, lo cual implica conciencia, intencionalidad y esfuerzo, además de un juicio comparativo en virtud del cual lo que está por venir es mejor, es preferible. Por tanto, toda acción es precedida por una comparación de valor, axiológica, y hasta tal punto es así que no es posible un análisis de la acción sin considerar la motivación axiológica que la anima —su terminus ad quem— y por la cual tiende a su compleción.


Carácter y valores

En una situación determinada, la persona puede adoptar básicamente dos opciones: considerar que no va con ella, que no la compromete o, por el contrario, considerar que la compromete. Cuando sucede esto último, la persona lleva a cabo un “acto de apropiación” de la situación, es decir, se la apropia, la hace propia, la convierte en algo de su personal incumbencia, de su personal interés. La persona está entonces “interesada en”. El carácter, según Allers, brota de tal acto de apropiación, acto que implica el reconocimiento del valor de la situación. El carácter, al vincular valor y acto de apropiación, es para Allers, entonces, la norma en virtud de la cual se prefiere un valor frente a otro y, en virtud de tal preferencia se determina y justifica la acción:

… no one doubts that all human actions are guided by the principle that the (subjectively) higher value has precedence over the lower. Every law of preference in accordance with which an individual determines his course of action is nothing else than what we call his “character”. The character of a man, is the justification of his action, something in the nature of a rule or maxim (3).

El carácter, pues, viene a estar axiológicamente fundado, se funda en valores que orientan la acción, es la norma fundamental que dirige las preferencias / pretericiones axiológicas y las consecuentes acciones —“the individual categorical imperative” (3)—. El carácter es el modo personal de apreciar valores, la personal estimativa axiológica, la cual está relacionada con un tipo especial de experiencia perceptiva que va más allá de lo meramente emocional, especialmente si lo emocional es entendido en clave de gratificación, de mero bienestar o placer. La acción se orienta a la realización del valor, no a la obtención del placer, el cual en todo caso puede ser objeto de la acción si representa un tipo particular de valor. Pero el placer generalmente no se busca por sí mismo, sino que es una experiencia emocional que acompaña —a modo de efecto, de recompensa— a la realización de lo correcto. Y la acción orientada a la realización de lo correcto está sometida al juicio sobre lo verdadero y lo falso, con lo que la acción puede ser correcta o incorrecta —realización de un “no-valor”—:

The purpose of an action is the realization of an action, and not of a pleasure. Pleasure can be the goal of an action only because it represents a particular kind of value which has its place in the general scale of values. The sense of pleasure that we experience on doing the right thing is not the purpose of the action […] the purpose is rather to do the right thing. […] The pleasure is the reward. The determination of what is and what is not value, and of the place of a value in the scale of values, is the function of judgements. But judgements are the criteria for the true and the false, and judgments of value can be true or false. Consequently, actions are either right or wrong (3).

Por otra parte, si el carácter es el principio de las preferencias axiológicas del individuo, y si los valores más estimados son al mismo tiempo las metas hacia cuya consecución orienta sus esfuerzos —motivos—, se sigue que el discernimiento de tales metas es el criterio fiable —y único, según Allers— para conocer y comprender el carácter. El carácter, pues, se entiende que es principio de la acción —relación persona-mundo— mediada axiológicamente —“the general form in which a man bring about this realization of values is identical with what we call character”— (3).

Entre carácter, valores, motivos y acción —no la acción aislada, no el mero acto puntual, sino la acción como el “todo conductual” que forma parte de una situación global— existe una relación orgánica, se hallan entre sí engarzados de tal manera que no se puede entender cada uno de ellos independientemente de los otros. Dada esta relación, podríamos decir que estructural, entre carácter y valores, es razonable pensar que la caracteriología —ciencia del carácter— halle no solo complemento, sino incluso fundamento y justificación, en otras disciplinas, que serían para Allers la ontología, la metafísica y la ética, trascendiendo con ello el punto de vista meramente naturalístico. Estas consideraciones llevan a Allers a afirmar que, en última instancia, la carateriología está estrechamente ligada a la religión, “lugar natural” del summum bonum.


Conclusión

Las distinciones —entre persona, personalidad, carácter— y fundamentaciones —en la ontología, la metafísica y la ética— de Rudolf Allers expuestas sucintamente en este trabajo deben ser estimadas de gran interés y valor para la psicología contemporánea. Psicología afectada por un claro déficit metafísico que, más que fortalecerla —en virtud de un malentendido y sobrevalorado sentido de “lo empírico” o “lo positivo” en la ciencia—, la debilita en lo que podríamos concebir como su elemento estructural esencial: su fundamentación antropológica. La psicología no es autosuficiente: no puede darse a sí misma sus fundamentos. La fundamentación de la psicología es la antropología. No una antropología cualquiera, sino una antropología que haga justicia —que sea ajustada— a la naturaleza humana, al hecho extraordinario de ser persona —y no meramente organismo, manojo de impulsos, o máquina—. Una antropología de altura, anchura y profundidad —metafísica, relativa a la esencia de lo humano y, por ello mismo, que necesariamente incluya la apertura creatural a la trascendencia—, no una antropología reduccionista, chata —meramente biológica o sociocultural, que acaba siendo relativista—. De lo contrario, la psicología es o bien una ciencia sin fundamento o bien, cuando menos, una ciencia débilmente fundamentada —y, por eso mismo, siempre insatisfecha e insatisfactoria en su misión fundamental: aportar conocimientos sobre la naturaleza humana y ofrecer recursos para el cuidado de aquellos que, por alguna causa, viven desquiciadamente, esto es, fuera del quicio que les es esencialmente propio—.

Para Allers, la concepción de la naturaleza humana que tengan el psicólogo, el psiquiatra y todo aquel que se ocupa del cuidado de los demás —no otro es el significado de θεραπεία en sentido amplio: algo más que la simple cura de las enfermedades, una concepción de la salud y la terapia que trasciende el modelo médico-clínico— determina la concepción y el enfoque de las situaciones y los problemas que se le presentan, así como su abordaje terapéutico. Esto es algo que desborda, sin embargo, el ámbito de la ciencia empírica y exige una investigación filosófica. Esto es, metafísica.

For the manner in which the psychiatrist conceives of his problems and his tasks depends, whether he be aware of this or not, on the manner in which he conceives of human nature. But to develop such a view of what man is, pertains ultimately to philosophy (5).

La ciencia psicológica debe tener en cuenta la naturaleza humana, el para qué de las elecciones y de los actos con los que la persona va forjando, en definitiva, su carácter y el sentido de su vida. Ontología, metafísica y ética van de la mano, y la psicología no puede serles ajena. Las reflexiones de Allers tienen suficiente entidad como para ser tenidas en cuenta para una fundamentación antropológica de la psicología contemporánea. Con todo, una antropología filosófica que se conforme con una perspectiva meramente inmanente del ser humano —una antropología “de-tejas-para-abajo”, podríamos decir— tampoco se basta a sí misma, no es autosuficiente: necesariamente ha de abrirse a un horizonte de trascendencia que le ofrezca un fundamento verdadero, un sentido pleno y una comprensión cabal del ser humano. De ahí que, en última instancia, la antropología en que ha de fundamentarse la psicología ha de ser una antropología teológica. Como señala el propio Allers en The Psychology of Character:

…the fact that all the avenues of approach to the study of human character lead ultimatelly to problems of the kind we have been considering, shows how little characteriology is entitled to rank as a self-contained science, and how much it requires to be supplementd by—and indeed based upon and justified by—other branches of philosophy. If it is to do justice in its own field, theoretical characteriology must be founded upon a theory of values and ultimately, therefore, upon ontology and metaphysics. A working theory of character, therefore, needs the constant support of ethics, which is the science of the realization of values; thus, characteriology itself must refrain from determining values, but cannot exist without paying regard to them. The further implication is that since, for every one of us, all that there is of value can only culminate in, as it originally arose out of, a summum bonum, the science of characteriology must ultimately be bound up with religion. A naturalistic system of characteriology is inherently impossible (3).



Notas

[1] Puede consultarse una recopilación de trabajos en Allers R. Work and Play: Collected Papers on the Philosophy of Psychology (1938-1963). Milwaukee: Marquette University Press; 2009.



REFERENCIAS

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7. García-Alandete J. La crítica de Rudolf Allers a los fundamentos del psicoanálisis freudiano: axiomas, falacias y principios filosóficos. Revista de Historia de la Psicología. 2015; 36(3):87-110.

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